21 abril 2006

BAFICI 2006: Misterio a la yugoslava

Al parecer ésta venía recomendada por Mario Levin, que además de hacer cine (cada tanto, menos seguido de lo que yo quisiera) es psicoanalista.
La película se llama Awakening From The Dead (hay que aclarar que todos los títulos figuran en inglés sin importar la procedencia del film), algo así como “despertando de entre los muertos”. Me gustó parcialmente. En el marco de una Yugoslavia desmembrada, con Milosevic en el poder y las bombas de los aliados cayendo sobre Belgrado, un intelectual opuesto al régimen viaja a un pueblo de provincia para asistir a su padre enfermo. La idea del “retorno al pasado” (se trata del lugar donde el protagonista pasó su niñez) se representa con un viraje paulatino, casi imperceptible, del color al blanco y negro. No es parece un gran hallazgo. Allí el tipo se encuentra con ex compañeros de colegio, una antigua novia (con la que se acuesta); la mucama croata de su padre (con la se acuesta también), y un viejo amigo que resulta ser el jefe de policía local, con el que cada vez que se saluda se da un rotundo beso en la boca (al parecer, una especialidad eslava). De pronto, hablando con él de bueyes perdidos, el intelectual advierte que todos sus conocidos del pueblo, incluyendo a su padre, han declarado en algún momento contra su persona, denunciándolo como traidor al gobierno. A partir de allí el clima de opresión y angustia, que hasta ahora sólo se había insinuado, va creciendo hasta hacerse casi insoportable. El protagonista y su padre tienen un encuentro feroz en el que las diferencias ideológicas se hacen explícitas, todo vínculo de sangre se rompe en pedazos. Es una escena aterradora, resuelta con unos primeros planos agobiantes: el director filma fantasmas con rostro humano. El padre se revela como un verdadero monstruo, un partidario del exterminio y la “limpieza étnica”. La película parece sugerir que la tensión entre la razón y la superstición, la cerrazón nacionalista y el ideal universalista y democrático, sólo pueden resolverse en tragedia. Dicho y hecho, el tipo mata a su padre de un tiro en la cabeza. Pero resulta que después viaja de vuelta a Belgrado, llega a su casa ¡y se hace matar por su hijo de seis años, tomando su mano y haciéndole apretar el gatillo! Una escena innecesaria, horriblemente filmada en cámara lenta: una verdadera grasada. No sé qué dirá el licenciado Levin de esto. ¿Una muerte se impone a otra? ¿El asesinato del padre implicaba también, necesariamente, la muerte del hijo? Un misterio para psicoanalistas.

2 Comments:

At 21 abril, 2006 23:04, Anonymous Anónimo said...

deivid, desde el "viraje paulatino" era para levantarse e irse.

 
At 22 abril, 2006 02:31, Anonymous Anónimo said...

No creo que sea para tanto Javi... Hasta el final descripto, para mí la película es interesante.

 

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