02 abril 2006

¿Arde París o qué?, Por M. Fernanda Torrent

París arde. O casi. Las protestas contra las reformas laborales propuestas por el primer ministro Villepin arrecian, a los estudiantes nucleados alrededor de la Sorbona se les han unido ahora trabajadores de distintos gremios. O sea: anuncio de huelga general. Parece que Mayo del ‘68 no está tan lejos después de todo. No está sólo en los libros de historia o en la última película de Philippe Garrel (cuyo nombre ahora se me escapa) que vi en el festival de Mar del Plata. Mayo del ’68 es un fantasma que, cada tanto, con un poco de viento a favor, agita sus harapos blancos. Hay barricadas en las aulas, calles cortadas. Gases lacrimógenos y bastonazos en la Rive Gauche también hay. A pocos meses de los cientos de autos prendidos fuego por grupos de jóvenes marginados, mayormente descendientes de árabes, Francia sufre un nuevo sacudón.
Igual, es parte del folklore, del sabor francés, la protesta. Esto es así desde que Luis XVI, pobrecito él, se quedara sin cabeza. Todo había empezado tibiamente en aquel entonces, un día aumentó el precio de la harina y los pobres, que era casi todo el mundo y tenían la mala costumbre de tener al pan como alimento principal, pusieron el grito en el cielo. A esos disturbios y a su represión previos a la revolución se les llamó “la guerra de la harina”. Nombre que no evoca sablazos ni sangre regada por el piso sino risas y caras blancas. Un buen chiste ese nombre.
Parece que la puja aquí es entre Villepin y el ministro del interior Nicolas Sarkosy, ambos candidateados para suceder al presidente Chirac. Incluso los que están a favor de la ley sostienen que estuvo mal presentada y comunicada. Que Villepin se apresuró con una medida que sedujera al empresariado para ganarle de mano a Sarkosy y quedar así mejor posicionado para las elecciones del año que viene. Mientras tanto, el viejo lobo Chirac hace de mediador, de padre ecuánime entre dos hijos díscolos. Puso paños fríos y consiguió apaciguar un poco las cosas. Introdujo leves modificaciones a la polémica ley: vetó el despido sin justificativo y rebajó a un año el “período de prueba”, que en el proyecto original era de dos. Villepin queda así desairado pero no del todo. Pero ya se prepara para este martes una nueva huelga general como la semana anterior. Se ve que la cosa es los martes.
¿De qué se trata este embrollo? Revolución conservadora dicen algunos: los manifestantes sólo querrían volver a un estadio anterior en el que se les garantizaba un trabajo seguro y una serie de prerrogativas por parte del Estado. Es la France del pleno empleo y la seguridad social. Una especie de monstruo, dicen, una anomalía en prácticamente todo el mundo. El analista político Dominique Moïsi está en esa línea, para él la analogía con las revueltas de 1968 es una cuestión de marketing, una fachada prestigiosa que oculta una verdad profunda: el terror de los jóvenes de clase acomodada al futuro. Mientras, los jóvenes menos favorecidos, que no van a la universidad ni tienen aspiraciones políticas, estarían aceptando de buen grado la nueva ley. Pero yo me pregunto, ¿no estarán aceptándola, precisamente porque no tienen otra opción, porque un trabajo precario les parece mejor que nada? Esto ya sucedió, ya lo vimos. En la década del 90 en la Argentina se ponía como ejemplo de economías en crecimiento a varios países del sudeste asiático, que justamente crecían con mano de obra prácticamente esclava. Sin embargo, todo ello servía de argumento a la flexibilización laboral. La explotación y sus metáforas. Te decían, bueno, no hay trabajo, qué hacemos, para que las empresas den trabajo hay que darles facilidades. Después, todo se vino abajo, el modelo asiático resultó un cuento chino. Que muchos franceses se nieguen a abandonar un sistema en el que vivían mejor que casi cualquier país del mundo a mí me parece, en principio, bastante razonable, al margen de si Francia puede seguir sosteniendo ese sistema o no (sus detractores, obvio, dicen que no).
Tomás Abraham también rechaza la comparación entre el 68 y ahora. Fue estudiante en París en aquel momento y estuvo en el centro de las protestas. Dice que el espíritu que reinaba entonces era anarquista y libertario y estaba dirigido contra la rigidez y autoritarismo del modelo educativo imperante.
De última, quizás lo que se está jugando ahora es un episodio más en la lucha contra la globalización. Que parece inevitable. Y el malestar que acarrea también.

5 Comments:

At 03 abril, 2006 11:41, Anonymous Anónimo said...

La película de Philippe Garrel sobre Mayo del 68 se llama "Les Amants reguliérs". Si la dan en el festival de Bs As, veánla.

 
At 03 abril, 2006 12:40, Anonymous Anónimo said...

Garrel es el que hizo una que se llamaba algo así como "no se escucha la guitarra"?

 
At 03 abril, 2006 12:50, Anonymous Anónimo said...

Exactamente, se llama J'entends plus la guitare y es buenísima.

 
At 03 abril, 2006 16:44, Anonymous Anónimo said...

Lindo post, fer. Mejor que leer el diario, jaja. Besos.

 
At 07 abril, 2006 10:51, Anonymous Anónimo said...

Me acabo de dar cuenta de que debí decir Sarkozy y no Sarkosky, sabrán disculpar.

 

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