19 abril 2006

BAFICI 2006: quejas y alguna que otra película

Bien, este blog no ha sido abandonado, es sólo la vorágine del festival de cine que me tiene alejado de la computadora. Todo el tiempo me digo, ahora me hago un rato y escribo. Ahora. Ahora. Y van pasando los días y las películas. Demasiadas. Y este año con un agravante: demasiadas malas películas. Es así, no quiero ser aguafiestas. ¿Cuántas malas películas seguidas puede alguien soportar? El año pasado me había parecido medio flojito en relación al anterior. Pero éste es peor. La verdad es que desde que Quintín no está más como director la cosa ha ido en picada.
Para los que no están al tanto, les cuento. El crítico Quintín, ex director de la revista El Amante, fue el responsable del festival hasta el 2004, año al final del cual fue echado de un patada en el culo por los gangsters que ocupaban la secretaría de cultura de la ciudad en ese entonces (hoy eyectados también ellos). La gestión de Quintín fue discutida y audaz. Siempre innovadora y arriesgada. Allí muchos descubrimos un cine cuya existencia desconocíamos: un mundo nuevo. También fue la línea de largada para varios cineastas argentinos novísimos. Y el marco adecuado para que otros veteranos excéntricos preestrenaran sus películas, como es el caso del estupendo, inclasificable Mario Levin.
Ahora no sé. Aunque se cuentan buenos críticos en el equipo de programación, como Javier Porta Fouz o Sergio Wolf y otros, da la sensación de que algo se ha perdido, de que, efectivamente, algo falta.
Esperaremos a ver algunas fijas que tengo para ver los próximos días, directores consagrados digamos, caso Hou Hsiao-hsien, Takeshi Kitano, Gus Vant Zant, etc.

¿Estoy hecho un gruñón, alguien que se queja de gusto, o me habré convertido en un espectador más avezado, acaso menos complaciente? Quién sabe.

Por lo pronto vamos a algunas películas. Hay dos alemanas que figuran entre lo más interesante. Lo viejo y lo nuevo. Lo viejo (sólo por edad) es la última de Werner Herzog, The Wild Blue Yonder. Lo nuevo es Lucy, de Henner Winckler, un director joven que no conocía. Me ocuparé de Lucy más adelante.
En The Wild Blue Yonder tenemos a un hombre que habla a cámara y que dice venir de Andrómeda. Se ve que el tipo está angustiado: es un pobre diablo, un alma perdida. Y cuenta una historia rarísima. Herzog utiliza casi exclusivamente material de archivo para ilustrar esa historia que el personaje narra: imágenes obtenidas por los tripulantes de una trasbordador espacial y tomas submarinas registradas por los integrantes de una expedición al Polo Norte. Combinando estas imágenes “oficiales”, en apariencia sin valor artístico alguno, con música compuesta especialmente, Herzog consigue momentos de una belleza verdaderamente sobrecogedora, casi imposible de describir con palabras. Hace rato que la búsqueda de Herzog se orienta en ese sentido, el de tratar de extraer una especie de verdad última de las imágenes, como si le bastara con auscultarlas, con observarlas con el suficiente detenimiento, para que esta verdad salga a la luz. Por lo que sólo queda concluir que su película sería menos un experimento cinematográfico que un ejercicio devocional. Algo así como un acto de fe.
Después sigo.

2 Comments:

At 20 abril, 2006 09:42, Anonymous Anónimo said...

Siii, esa la vi!! La del extraterrestre! Se sugiere no fumar nada antes jaja... La duplicación del efecto puede ser fatal. Besos!

 
At 20 abril, 2006 10:56, Anonymous Anónimo said...

No vi ninguna!! Como va?

 

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