25 marzo 2006

Santaolalla hasta en la sopa

¿Qué onda con Santaolalla? De pronto, pum para arriba, es nuestro máximo embajador, un orgullo nacional. Es Santa Olalla, el patrono de nuestro rock. Un argentino en Beverly Hills. El bueno de Gustavo se ganó un Ossscar y de ahí en más seguimos sus pasos con una especie de encantamiento, esa fascinación provinciana por el reconocimiento que se dispensa a nuestras figuras en el exterior. Los programas de televisión se hacen eco rápidamente del asunto. El músico argentino ha ganado el don de la omnipresencia, pasa a integrar un Panteón junto a otras personas encumbradas de nuestro medio, como Nazarena o Luciana. Santaolalla de acá, Santaolalla de allá. Su mujer fotógrafa que casi no habla, la madre jubilada que habla hasta por los codos, que cómo era gustavo de niño, si jugaba a la pelota, si se portaba bien, ¿tocaba el charango de chico, gustavito?. María Laura pone cara de circunstancia, que es la cara que pone cuando no entiende nada, y presenta la nota. Santo hace un rictus, parece que va a reír pero es falsa alarma, asiente con expresión de sabio viejo que todo lo comprende (más por viejo que por sabio): qué loca esta juventud con sus ritmos modernos. Y ahí vamos, a ver las imágenes. Qué capos los argentinos, siempre destacando en todo. Vean la figura más bien gruesa del ex integrante de Arco Iris si no. La esposa ve la grabación de la entrega de los Oscars y se emociona. La madre no. La madre está viviendo más plenamente los quince minutos que se les tiene reservados a los que están cerca de los que han sido ungidos. Es una fama que opera por contagio, por mera contigüidad de las partes, como una corriente eléctrica.
Personalmente me tiene re podrido la exposición de Santaolalla. Su música no me gusta, Mañana campestre me parece una canción demasiado candorosa y también un poco tonta. Sus promocionados trabajos como productor me parecen aun menos convincentes que sus propios discos, salvo el primero de León Gieco, que no estaba mal. Su famoso sello personal tiende a uniformarlo todo, a repetirlo todo. Produjo a artistas horribles como Bersuit, Molotov, Juanes y Árbol. El que le produjo a Juana Molina es el peor de ella. La música de 21 Gramos es completamente anodina, igual que la película. De la de Secreto en la montaña no hablo porque no la oí. Me contaron que se parece a la que hizo Ry Cooder para Paris – Texas. Me parece difícil.
Lo que sí, tendremos Santaolalla para rato. Por desgracia. Parece que los proyectos le llueven como los dólares. Qué remedio, nos enteraremos de todo aunque no querramos. Los Estados Unidos son así, el trabajo duro y la intrepidez dan sus frutos, dicen. The home of the brave. Sí lo sabrá Gustavo.

6 Comments:

At 26 marzo, 2006 00:08, Anonymous Anónimo said...

Tan malo no es como productor Bad Santa... Aparte del primero a Gieco le produjo Pensar En Nada, que estaba bastante bien. Y Wet Picnic, que era el grupo que tuvo en Los Angeles? era interesante me parece.

 
At 26 marzo, 2006 19:27, Anonymous Anónimo said...

Hey... No conozco los discos mencionados (bueno, sólo alguno), jaja, sólo pasaba a saludar!
Besos.

 
At 27 marzo, 2006 10:59, Anonymous Anónimo said...

pareciera que todo lo que toca es oro, yo tambien estoy re podrido de èl...y de todas esas bandas de mierda! que hacen canciones de radio!! un abrazo

 
At 27 marzo, 2006 11:25, Anonymous Anónimo said...

Todo lo que toca lo convierte en mierda,diría yo (quizás exagerando un poquito).

Hola, Lola... Hacía un rato que no tenía noticias tuyas. Te mando un beso.

 
At 27 marzo, 2006 16:09, Anonymous Anónimo said...

No se metan con los santos, che. Podría ocurrir una desgracia.

 
At 29 marzo, 2006 15:57, Anonymous Anónimo said...

En la última frase quise decir "Si lo sabrá Gustavo", sin acento en el si. Que conste.

 

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