08 agosto 2006

Yo no kurto esa música

Que Kurt Cobain se había transformado demasiado rápidamente en un mito ya lo sabíamos. Y los signos palpables de ese mito eran los corrientes. Posters, remeras, muñequitos, memorabilia de todo tipo y color: lo normal. Esos objetos que llenan las manos trémulas del fan, que acaparan su atención, que entran en circulación y dan cuenta, precisamente, de una permanencia en el tiempo, algo así como un deseo de vida después de la muerte.
En el BAFICI tuve oportunidad de ver Last Days, la película de Gus Van Sant que toma muy libremente los últimos días, o las últimas horas más bien, del músico norteamericano. Parece que el cineasta conoció bien a Cobain y que tuvieron incluso alguna amistad, lo que no es un dato menor: Van Sant no es un admirador sino, si acaso, un amigo (y uno noble además), lo que coloca a su película lejos, lejísimos, tanto del oportunismo acrítico como de la fascinación macabra. Last Days se remite a registrar obsesivamente los pasos tambaleantes de un pobre diablo, alguien a quien prácticamente todas las cosas del mundo le son ajenas; una suerte de buen salvaje (la primera imagen lo muestra bañándose en un río en el medio del bosque) cuyo destino trágico uno puede inferir directamente de las imágenes aunque desconociera el desenlace real de Cobain. Van Sant repite un tópico que se está haciendo central en su cine, por lo menos en sus últimas películas (Gerry, Elephant, Last Days): los jóvenes que se encaminan irremediablemente hacia la muerte (tema que en la Argentina ha tomado con mucha eficacia Ezequiel Acuña en su película Como un avión estrellado).
Ahora se han traducido al castellano y aparecen en forma de libro los Diarios de Kurt Cobain. Que se decida editar hasta el diario personal de un músico tan definitivamente mediocre como Cobain pone en evidencia hasta que punto el negocio de la música necesita de estas muertes jóvenes para alimentar una mitología del rock. Y da un ejemplo, además, del peso que a aún conserva la literatura (en todas sus formas) cuando se quiere legitimar definitivamente a un artista. En el caso de Bob Dylan y su autobiografía por lo menos teníamos un libro bastante mal escrito pero por un músico imprescindible. Allí el merecido prestigio musical de Dylan abría expectativas, infundadas pero legítimas después de todo, acerca del interés de su desempeño literario. En el caso de Cobain y Nirvana qué se puede decir. Que había bandas contemporáneas y afines infinitamente mejores pero que no vendieron ni la décima parte de discos que ellos. Bandas y solistas que los inspiraron (The Pixies y The Replacements, por ejemplo) pero, qué desgracia para el showbiz, no terminaron con sus cantantes muertos. ¿Tendremos un diario personal extraordinario escrito por un músico a todas luces irrelevante? Por los adelantos del libro que se han leído por ahí, esas frases epigramáticas (claro, si es un diario), esas sentencias cargadas de solemnidad y de autoconciencia, no parece. Después de leer eso, uno va por caso a los diarios de Ernst Jünger, compara, y le entran ganas de emular al buenazo de Kurt y pegarse un tiro. Se me dirá que soy injusto poniendo en la balanza a un escritor consagrado y a un músico de rock que jamás ha aspirado a convertirse en escritor. Pero, entonces, ¿qué necesidad hay de estos diarios si no es la de hacer que los fans de Nirvana vacíen sus bolsillos?.
Andrés Calamaro dijo una vez que esperaba que Seattle fuera recordada en el futuro por ser la ciudad de Jimi Hendrix y no de Kurt Cobain. Todo dicho.

9 Comments:

At 14 agosto, 2006 12:03, Anonymous Anónimo said...

Buenas, buenas:demasiado duro con Kurt, me parece (además era muy lindo no?).
Besos grandes a todos.

 
At 14 agosto, 2006 16:11, Anonymous Anónimo said...

Entonces te habría gustado este otro Kurt (que en la película no se llama así)interpretado por Michael Pitt, porque es idéntico al original.

 
At 18 agosto, 2006 16:44, Anonymous Anónimo said...

Qué es eso phentermine, algo que kobain tomaba...?? alguna cosa farmaceutica me imagino.

 
At 18 agosto, 2006 17:04, Anonymous Anónimo said...

I guess.

 
At 23 agosto, 2006 10:39, Anonymous Anónimo said...

me parece que lo bueno de Cobain es que creo un estilo de tocar la guitarra....y ademas sus canciones eran creibles!!!

 
At 23 agosto, 2006 17:18, Anonymous Anónimo said...

No creo que haya inventado nada... pero ya que hablamos de tocar la guitarra y de Seattle... ¡¡Volvamos al gran Jimi!!(digo yo).

 
At 29 agosto, 2006 22:32, Anonymous Anónimo said...

no el mejor... seguro, de ahi a mediocre o definitivamente mediocre me parece que hay un largo trecho.

creo que para llegar a tanta gente (vos tremendo snob incluido), el muchacho ALGO bueno debio haber hecho no?

comparar a hendrix con cobain me parece estupido... no le pidas peras al olmo. Uno fue un excelente guitarrista con letras de acompañamiento a su musica y el otro fue un letrista que tocaba para acompañar sus letras...(digo yo, no?)

 
At 30 agosto, 2006 18:02, Anonymous Anónimo said...

Bueno, sí, algunas buenas canciones tiene, eso no o niego. De todas formas, a mí no es que me "llegó", sencillamente por la insistencia con que lo pasaban era imposible no oírlo, que es muy distinto. La acusación de snob la dejo pasar. Pero gustar de dos músicos tan populares como Hendrix o Calamaro no parece muy snob,¿no?
Y otra cosa: la alusión a Hendrix es sólo en virtud de que nacieron en la misma ciudad.
Saludos y gracias por escribir.

 
At 31 agosto, 2006 11:09, Anonymous Anónimo said...

Epa, alguien te llamó snob... jeje.Un poquito de razón tiene, convengamos.

 

Publicar un comentario

<< Home