29 enero 2007

Rock 'n' Roll Music

Qué misterio Compañero Asma. Está visto que Hernán Espejo –el hombre detrás del nombre- no le teme a nada. En su música hay, quizás antes que ninguna otra cosa, un goce. ¿Qué son si no esas “líneas de fuga”, líneas mágicas por las cuales su música se dispara, se extiende, quiere abrazar el mundo -mundo por el que viaja y nos hace viajar, dicho esto en sentido estricto pues su mundo es de música, como el mundo de Schopenhauer?
Temeridad y goce. Pasión por “las músicas” que componen la música. Su música es el rock pero es como si él descreyera de la solemnidad a veces enorme y paralizante de esa pequeña palabra –esa “roca”, todo un peso sobre las espaldas de millones de aficionados, músicos o no. El rock puede también ser el credo de un fascismo nuevo, un panteón que brilla y da miedo, como una ciudad dorada, como la Nueva Jerusalén fascina y llena de temor a los creyentes. Compañero Asma trae de regreso (aunque él no es el único) la idea de un rock libre, el escándalo de un pequeño arte que rehúsa ser categorizado, jerarquizado. Canciones en inglés, a veces en castellano, a veces en francés. Canción “acústica”, pero también Electrónica, rock “clásico”, kraut rock. Pacientemente, Hernán Espejo construye su ética de retazos, su Historia Del Rock hecha de fragmentos abandonados, de discursos rotos, de voces casi apagadas. Como la figura del científico loco, casi siempre trabaja solo, quizás aislado, tocando prácticamente todos los instrumentos, escuchando esas melodías dentro de su cabeza.
La memoria como expansión de la experiencia, verdadera herramienta liberadora que “abre puertas”, aunque sean muchas (y la llave una, como canta en su tema What part of the house is this? “... Tantas habitaciones para una sola llave” ). La memoria como tesoro, colección “privada” de recuerdos “públicos” (puesto que lo que se recuerda es la Historia, los avatares del rock, y su incidencia en un cuerpo ) que se actualizan en un goce, una expansión sin fronteras, un territorio prácticamente infinito de lenguas y cadencias.
Aquí no nos declaramos en contra del rock en castellano, muy por el contrario, lo reivindicamos con fuerza, hacemos de esa reivindicación una práctica constante. De lo que se trata – al final siempre se trata de eso- es de hacer la defensa de un rock sin ataduras, sin el peso de la costumbre, del lastre de la pereza, de un rock –precisamente- no comprometido. De una música que grite o que haga un silencio de muerte pero que haga algo, que choque contra sus propios márgenes. Que delire. Como se sugiere en la nota a propósito de Flopa: que invente su propia noción de lo extranjero. En las letras cantadas en otro idioma, Compañero Asma acaso encuentre esa atracción de “lo otro”, esa tentación de estirarse, de ensanchar los límites, de averiguar hasta dónde se puede cantar el “rock nacional”. Y lo hace ahora, justamente ahora que el rock en castellano está instituido (es una institución), que tiene un lugar que no se cuestiona. Con gesto malicioso (pero lleno de amor) titula uno de sus discos National Rock. Homenaje y cuestionamiento, familiaridad y extrañeza que se trasladan al oyente. En definitiva, nunca nos son del todo ajenas las canciones de Compañero Asma. ¿Cómo podrían serlo si están hechas de reminiscencias, de reverberaciones, si su materia es, al fin, la materia de todo el rock? Los oídos de Hernán Espejo son también los nuestros.

1 Comments:

At 30 enero, 2007 12:09, Anonymous Anónimo said...

Por fin un post nuevo... !! Aunque este creo que lo conozco,no? jeje.

 

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